Las adolescentes embarazadas y sus parejas tienden a abandonar los estudios o su capacitación profesional, lo que empeora sus problemas económicos, disminuye su autoestima y perjudica las relaciones personales. En los embarazos adolescentes (que suponen el 13% de los embarazos en Estados Unidos) las jóvenes son más reacias que las mujeres adultas a recibir atención prenatal, lo que resulta en un mayor número de complicaciones del embarazo y tasas más altas de partos prematuros.