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VIH y SIDA

¿Qué es el VIH?

Es una enfermedad infecciosa causada por un agente transmisible, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En ausencia de tratamiento efectivo, el VIH produce un estado de inmunodeficiencia progresiva que es debida fundamentalmente a una disminución de los linfocitos T CD4. Esto predispone al paciente a padecer infecciones y tumores cuya frecuencia y gravedad guardan relación con el recuento de linfocitos T CD4 que quedan en la sangre. Desde el punto de vista clínico, el paciente puede estar completamente asintomático (los denominados portadores del VIH, con infección pero sin manifestaciones), padecer infecciones de carácter leve (pacientes sintomáticos) o padecer infecciones y tumores graves, denominados oportunistas. Este último estadio es el conocido como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

¿Qué es el SIDA?

El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) ocurre después de que una persona lleve muchos años infectada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En el SIDA, el sistema inmunitario está gravemente debilitado. Por lo tanto, se contraen infecciones graves y se desarrollan problemas de salud importantes.

¿Cómo se transmite el VIH?

El VIH se puede propagar de diferentes formas:

A través de relaciones sexuales sin protección con una persona con VIH. Ésta es la forma más común de transmisión

Compartiendo agujas para el consumo de drogas

A través del contacto con la sangre de una persona con VIH

De madre a bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia

 

El VIH es una infección que lleva al SIDA.

VIH significa virus de inmunodeficiencia humana. Es un virus que destruye determinadas células del sistema inmunitario (la defensa del cuerpo contra las enfermedades que nos ayuda a mantenernos sanos). Cuando el VIH daña el sistema inmunitario, es más fácil que te enfermes de gravedad e incluso que mueras a causa de infecciones que el cuerpo normalmente podría combatir.

En los Estados Unidos, alrededor de un millón de personas viven con VIH, y cada año se presentan más de 38,000 nuevos casos de infección. La mayoría de las personas con VIH no tienen síntomas durante años y se sienten totalmente bien, de modo que es posible que ni siquiera sepan que están infectadas.

Una vez contraído, el virus permanece en tu cuerpo de por vida. No existe cura para el VIH, pero hay medicamentos que ayudan a que te mantengas saludable durante más tiempo y que disminuyen las posibilidades de que contagies a otras personas. Los estudios demuestran que tomar los tratamientos contra el VIH de acuerdo a las instrucciones, puede bajar la cantidad de VIH en tu sangre tanto que puede no aparecer en una prueba, cuando esto sucede, no trasmitirás el VIH por vía sexual.

El tratamiento es muy importante (por eso es vital hacerte la prueba). Prácticamente todas las personas que tienen VIH y no se tratan mueren a causa del virus. Pero con medicamentos, las personas con VIH pueden mantenerse sanos, vivir muchos años y evitar contagiar a otros.

Síntomas

  • Fiebre
  • Dolor de cabeza
  • Dolor muscular y articular
  • Erupción
  • Dolor de garganta y llagas dolorosas en la boca
  • Ganglios linfáticos inflamados, principalmente, en el cuello
  • Diarrea
  • Pérdida de peso
  • Tos
  • Sudores nocturnos

Prevención de la infección con el VIH y del sida

Debido a la forma en como el VIH se transmite, existen formas para evitar la infección con el VIH y prevenir el sida.

La mayoría de las infecciones con el VIH en todo el mundo se dan mediante las relaciones sexuales entre personas no infectadas con personas infectadas. Por lo tanto, no tener sexo sin protección con personas infectadas puede prevenir la mayoría de las infecciones con el VIH. Si ambas personas en una pareja no están infectadas, y ambas evitan cuidadosamente las actividades que podrían ocasionar la infección con el VIH (ambas personas siendo monógamas y sin compartir jeringas con nadie), entonces el sexo sin protección puede ser seguro. Utilizar un condón de látex o plástico de principio a fin cada vez que tenga actividad sexual con alguien de quien no tenga certeza sobre su estatus de VIH puede disminuir su riesgo considerablemente.

La segunda causa más común de infección con el VIH es por compartir jeringas usadas y otros utensilios similares con personas que consumen drogas inyectadas y que son portadoras de este virus. Para dichas personas, la forma más segura de evitar el VIH es simplemente dejar de inyectarse. Sin embargo, algunas personas no pueden abstenerse por sí mismas, o requieren de ayuda para poder abstenerse, lo cual puede que no permita que dejen el hábito de inmediato. Para estas personas, el uso de jeringas y utensilios de inyección esterilizados (p.ej. artículos nuevos y sin que vuelvan a utilizare una segunda vez) puede ser útil para su protección. Algunas regiones cuentan con programas para asegurar que los consumidores de drogas tengan acceso a jeringas nuevas (esterilizadas). Casi en todos los lugares donde han iniciado estos programas, se ha reducido el número de nuevas infecciones con el VIH entre las personas que se inyectan estas sustancias.

Para la gente que está en riesgo elevado de infección con el VIH, tal como los consumidores de drogas inyectables y las personas cuyas parejas tienen el virus, tomar cierto medicamento (tal como una píldora diaria) es otra forma que ayuda a reducir el riesgo de infección. A este método se le conoce como profilaxis pre-exposición o PrEP por sus siglas en inglés. Las personas que emplean la PrEP deben tener la disposición y disciplina de tomar la píldora cada día y acudir al médico cada varios meses para someterse a pruebas periódicas de VIH, reabastecer sus recetas y hacer el seguimiento correspondiente.

En el caso de una posible exposición al VIH durante una situación específica, tal como un condón que se haya roto o algún otro tipo de exposición de una persona que podría tener el VIH, existe una opción de “tratamiento a la mañana siguiente” para procurar reducir el riesgo de infección. Este tratamiento consiste de tomar medicamentos contra el VIH todos los días durante las cuatro semanas siguientes. Esto es más propenso a ser eficaz si se administra dentro de 24 horas tras la posible exposición al virus, y en raras ocasiones se llega administrar a más de 72 horas después.

Las madres con el VIH pueden transmitir el virus al bebé ya sea durante el embarazo, el parto o mientras lo amamantan (la lactancia). Es posible reducir en gran medida este tipo de infecciones mediante tratamiento con medicamentos contra el VIH para las madres infectadas y los bebés, así como emplear una cesárea durante el parto y evitar amamantar el bebé.

Los trasplantes de órganos y tejidos de donadores humanos conllevan un riesgo muy pequeño de VIH y otras infecciones, pero los donantes son sometidos a pruebas minuciosas para reducir el riesgo tanto como sea posible.

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