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Trombosis

3 de octubre de 2021 by Eiler F Bustamante0
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Trombosis

La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) en cualquiera de sus formas (trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar) es un proceso caracterizado por la coagulación de la sangre en el interior de las venas (trombosis), con las consecuencias resultantes del desplazamiento y fijación en el pulmón de la totalidad o de un fragmento del coágulo (embolia).

Síntomas

Los signos y síntomas de la trombosis venosa profunda pueden incluir los siguientes:

Hinchazón en la pierna afectada. Rara vez, la hinchazón aparece en ambas piernas.

Dolor en la pierna. Generalmente, el dolor empieza en la pantorrilla y se siente como un calambre o una inflamación.

Enrojecimiento o decoloración en la pierna.

Sensación de calor en la pierna afectada.

¿Cuál es el tratamiento de una trombosis venosa profunda?

El tratamiento de la trombosis venosa profunda está dirigido a:

Prevenir la extensión local de la trombosis.

Prevenir el tromboembolismo pulmonar.

Evitar tromboembolismos posteriores.

Evitar el síndrome postflebítico.

El tratamiento inicial de una trombosis venosa profunda es la administración de heparina intravenosa o subcutánea que ejerce su efecto de forma inmediata. Generalmente, a la vez que la heparina, se inicia tratamiento con anticoagulantes orales (sintrom o nuevos anticoagulantes de acción directa) que tardan varios días en ser eficaces. A los 5 o 6 días de iniciado el tratamiento con sintrom puede retirarse la heparina.

En la fase aguda se recomienda reposo para evitar que se suelte un trombo y vaya al pulmón. Se puede empezar a caminar de nuevo tras la desaparición de los síntomas. Al comenzar a andar y durante los 2 años posteriores a la trombosis se recomienda la utilización de medias de compresión para evitar el síndrome postflebítico.

La duración del tratamiento con anticoagulantes es muy variable y depende de numerosos factores. Como regla general:

Ante un primer episodio con un claro factor desencadenante se debe mantener el anticoagulante durante al menos 3 meses.

Si se trata de una trombosis venosa proximal (por encima de la rodilla, afecta a las venas iliacas, femorales o poplíteas) y no hay factor desencadenante claro, se debe valorar prolongar el tiempo de anticoagulación o incluso dejarlo de por vida.

En casos de trombosis venosa distal (por debajo de la rodilla) 3 meses de anticoagulación son suficientes.

En pacientes con cáncer se debe mantener la anticoagulación mientras persista activo el cáncer.

En algunos pacientes muy concretos hay indicación para la colocación de un filtro en la vena cava y evitar que los trombos de las piernas que se hayan podido soltar alcancen el pulmón y produzcan un tromboembolismo pulmonar. El filtro de cava es una especie de “colador” que se coloca en la vena cava y que permite el paso de sangre a su través pero que atrapa a los trombos (coágulos) que viajen por la sangre desde las piernas hacia los pulmones. El filtro de cava se utiliza en pacientes con una trombosis venosa profunda en los que exista alguna contraindicación para anticoagular o en los que la anticoagulación falla y el riesgo de tromboembolismo pulmonar es muy alto. También se utiliza en las personas que tienen tromboembolismos de pulmón repetidos a pesar de mantener una buena anticoagulación.

¿Cuál es su pronóstico?

Disponemos de buenas terapéuticas que permiten controlar bien la enfermedad, conviene ponerlas en marcha lo antes posible para evitar complicaciones.

Complicaciones

Aunque la trombosis venosa profunda provoca molestias, la principal preocupación la constituyen las complicaciones asociadas, por ejemplo

Embolia pulmonar

Insuficiencia venosa crónica , que causa malestar e hinchazón de las piernas a largo plazo

Falta de flujo sanguíneo (isquemia) a la pierna, lo que provoca inflamación masiva y dolor (una complicación poco frecuente)

Embolia pulmonar

A veces, un trombo se desprende de una vena profunda y se convierte en émbolo. Este puede desplazarse por el torrente sanguíneo, a través del corazón y hasta los pulmones, donde se aloja en un vaso sanguíneo y, de esta forma, obstruye el flujo de sangre a una porción del pulmón. Esta obstrucción se llama embolia pulmonar y puede ser mortal, dependiendo del tamaño del coágulo. Los pequeños trombos que se forman en la trombosis venosa superficial no se suelen convertir en émbolos. Por lo tanto, solo los trombos de venas profundas son potencialmente peligrosos.

Los trombos en las piernas o en la pelvis tienen más tendencia a convertirse en émbolos que los de los brazos, tal vez por la acción compresiva de los músculos de la pantorrilla, que puede provocar el desprendimiento del trombo en una vena profunda.

Las consecuencias de la embolia pulmonar dependen del tamaño y de la cantidad de émbolos:

 

Un émbolo pequeño puede obstruir una arteria pulmonar de pequeño calibre, lo cual causa la muerte de un pequeño fragmento del tejido pulmonar (denominado infarto pulmonar).

Un émbolo pulmonar grande puede bloquear toda o casi toda la sangre que fluye desde el lado derecho del corazón a los pulmones, causando así hipotensión arterial y niveles bajos de oxígeno, y produciendo la muerte con rapidez.

Los émbolos muy grandes no son frecuentes, pero no se puede predecir cuándo una trombosis venosa profunda, si no se trata, va a evolucionar a una embolia masiva.

Pueden producirse diversos émbolos, que suelen desplazarse a diferentes zonas de los pulmones. Por esta razón, se presta especial atención a todos los casos de trombosis venosa profunda.

A veces, se tiene una abertura anómala, llamada agujero oval permeable (persistente), entre las cavidades superiores derecha e izquierda del corazón (las aurículas). En este caso, un émbolo puede pasar a la circulación arterial y bloquear una arteria en otra parte del cuerpo, como en el cerebro, donde provocará un accidente cerebrovascular .

Insuficiencia venosa crónica

Algunos trombos se curan y se convierten en tejido cicatricial, lo que puede lesionar las válvulas de las venas. Estas válvulas dañadas impiden que las venas funcionen con normalidad, un trastorno llamado insuficiencia venosa crónica o síndrome posflebítico . En este trastorno, se acumula líquido (una afección denominada edema) en el tobillo y, en ocasiones, en la parte inferior de las piernas. La piel puede volverse escamosa, pruriginosa y de color marrón rojizo.

Isquemia (falta de flujo sanguíneo)

En contadas ocasiones, un gran trombo situado en una pierna causa tanto edema que bloquea el flujo de sangre de esa extremidad. La pierna se vuelve pálida o azul y el dolor es muy intenso. Puede aparecer gangrena si el flujo de sangre no se restablece.

 

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